SPANKING SEGURO
de: Artículos BDSM
Spanking/Azotes
es una técnica a menudo encontrada en escenas de BDSM - no es necesariamente
parte de una relación, algunos lo disfrutan , otros no. Hable del tema con su
pareja.
Los
instrumentos usados para el azote son generalmente la mano o las paletas
planas. Las fustas de montar a caballo y los gatos de nueve colas (hechas sobre
todo de cuero muy suave) se utilizan a menudo para azotar. El famoso
"látigo" es más un accesorio o una muestra, que un instrumento
utilizado para azotar. Un látigo es difícil de controlar y definitivamente muy
impreciso y puede lastimar a una persona muy gravemente. Si usted aprecia
seriamente la salud de su pareja, no utilice un látigo.
La mano
desnuda es uno de los mejores objetos a utilizar, muy precisa y le da un
feedback exacto de la intensidad con la cual usted golpea la piel.
Cuando esté
más experimentado puede avanzar en el uso de fustas. Cerciórese de que esté
hecho de cuero suave y que no tenga ningún borde áspero (los bordes de cuero
áspero pueden tener el efecto de un cuchillo).
El gráfico
siguiente muestra el cuerpo humano y sus regiones sensibles. NUNCA pegue o
azote las regiones marcadas rojas.
Zona Roja. Nunca golpee o azote esta zona puede producir daños en cuyunturas,
nervios o en los huesos por escasa presencia de carne y piel en la zona.
Zona Amarilla. Estas zonas pueden ser azotadas pero
con un cuidado absoluto.
Zona Verde. Estas zonas son las denominadas
no peligrosas, pero siempre este pendiente de lo que hace, como golpea y la
fuerza que administra.
Información
sobre nociones elementales de seguridad en el Spanking y en los azotamientos en
general.
Muchas veces
no se practica un sadomasoquismo seguro por desconocer los peligros que deben
evitarse. Esperamos que os guste el artículo, os aclare muchas cosas y os
permita practicar unos azotamientos seguros.
Como todo el
mundo sabe, y esto no es ninguna novedad, azotar es golpear a algún animal o
algún ser vivo con algo. Partiendo de esta especie de definición vamos a hacer
un pequeño recorrido por los diferentes órganos y tejidos y por los distintos
aparatos o utensilios con los que podemos azotar. De esta forma veremos lo que
está indicado, lo que puede ser peligroso y lo que jamás deberíamos hacer.
Vamos a
realizar dos divisiones o estructuraciones. Una es del cuerpo humano que le
vamos a dividir en tres partes principales, la primera será el tejido de sostén
(lo que es el esqueleto), la segunda será el aparato locomotor (que son los
músculos y los tendones) y por último las vísceras o tejidos huecos.
A
continuación dividiremos los utensilios utilizados para aplicar el castigo (los
azotes en este caso); según sus características y su forma: rígidos o flexibles
y estrechos o anchos. Esta segunda división viene a cuento del principio físico
que dice: a mayor superficie, menor presión. Pero de este axioma y su relación
con el s/m hablaremos un poco más adelante.
He hecho las
tres divisiones del cuerpo humano tan fuera de los cánones normales por
resultar conveniente hacerlo así desde el punto de vista S/M. Primero he
apuntado la estructura rígida como son los huesos, porque su principal
característica es carecer de flexibilidad. Por lo tanto ante un golpe o ante
una tensión fuerte se quiebra. Es decir, una sesión de azotado con un palo
podría producir fracturas.
La principal
característica de los tejidos huecos o las vísceras es que como son huecos, no
resisten bien los golpes y se revientan. Dentro de las vísceras incluimos el
hígado, los riñones, el páncreas, los intestinos, etc. En general la mayoría
están en el abdomen que además carece, a diferencia de los pulmones o el
corazón, de la rejilla de la parrilla costal que actúa como una verdadera
coraza protectora.
En este
apartado de vísceras o tejidos huecos, incluimos también las venas y las
arterias. Por la facilidad que tienen para reventar se producen los hematomas y
cardenales.
Por último
tenemos los músculos y los tendones, refiriéndonos a los músculos estriados o
de contracción voluntaria, cuya principal característica es su resistencia y
fortaleza, así como su facilidad para estirarse y contraerse, es decir su
elasticidad. Sabiamente, nuestros mayores nos corregían las actitudes díscolas
con una buena azotaina en el culo.
Generalmente
los que eran más listos azotaban con la zapatilla en lugar de con la mano que
sí se resentía. Casualmente los músculos del culo, los glúteos, son gruesos,
están protegidos por una capa de tejido adiposos sobre la piel, son cortos de
longitud y además no protegen una estructura hueca, con lo cual es la típica
zona donde se puede azotar a placer con casi todo tipo de aparatos sin correr
graves riesgos.
Con los
tendones hay que tener un especial cuidado, pues carecen de la elasticidad de
los músculos y actúan como los cables de una grúa articulada, siendo los
músculos el motor y la pluma de la grúa serían los huesos. El efecto de una
presión inadecuada, como pueden ser unos azotes mal dados sobre una zona
tendinosa, podría producir una inflamación de éstos tendones; lo que se conoce
como tendinitis. Esta es una lesión grave, difícil de curar y que puede
reproducirse con muchísima facilidad.
Por lo tanto
a la hora de azotar hemos de evitar las zonas desprotegidas de músculo, como
pueden ser la parte inferior de la pierna, la espinilla y la parte posterior de
esta, así como las articulaciones en general.
Como hemos
visto, una técnica incorrecta en una zona inadecuada puede producir serias
lesiones. Por lo tanto, para un correcto azotado por toda la superficie
corporal, hemos de estar adaptándonos constantemente a medios e intensidad.
Por ejemplo,
lo que se denomina bastinado o suplicio turco, que consiste en azotar las
plantas de los pies con una vara, puede producir serias lesiones ya que la
planta de los pies es muy sensible. Es una estructura exactamente igual que la
mano, solamente que en nosotros se ha adaptado a la marcha, para recoger
información del suelo sobre su textura, inclinación, etc.
Además
describe una especie de mapa de todo lo que son los órganos de cuerpo, de tal
modo que según la estimulación que reciban ciertos puntos de la planta de pie,
desde los dedos hasta el talón, incluidos los tobillos, vamos a obtener
diferentes respuestas orgánicas. Esto es lo que estudia y trata la
reflexoterapia podal.
Por lo tanto
si sobre los pies aplicamos un castigo indiscriminado, no solamente vamos a
dañar su estructura, sino que podemos alterar el funcionamiento de diferentes
órganos. Por lo tanto, el instrumento adecuado para castigar esta zona en una
paleta de azotar, no una vara o una fusta, puesto que no se trata de torturar.
Será mejor
una paleta de azotar de las de forma de lengüeta como de tres centímetros de
ancho, que no sea rígida para que se pueda adaptar a la superficie de pie y no
produzca lesiones, ni en los tendones ni en las articulaciones del pie; y
aplicar el azote con una fuerza media-baja.
Continuando
una trayectoria ascendente, de la planta del pie pasaremos directamente a lo
que es la pantorrilla, sin tocar prácticamente todo lo que hay en medio (desde
la espinilla hasta los tobillos).
En la
pantorrilla el castigo será muy similar al de la planta del pie, tal vez
aumentando un poquito la fuerza (no demasiado), ya que tenemos los músculos que
nos hacen ponernos de puntillas y que mueven el pie. Son unos músculos cortos,
muy gruesos, muy potentes, pero que generalmente sufren muchas contracturas y
se pueden lesionar con facilidad ya que soportan el peso de todo el cuerpo.
Seguimos
hacia arriba y, respetando la rodilla, nos encontramos con los muslos, donde la
estructura sea del fémur se ve envuelta por numerosos músculos muy potentes,
muy largos y que permiten casi todo tipo de azotado; siendo especialmente
sensible la zona interior.
A pesar de
todo hay que tener muy en cuenta que este grupo muscular, junto con los de la
pantorrilla, son los que nos permiten caminar y desplazarnos. Por lo tanto se
van a resentir si se les castiga con severidad. Las lesiones, aunque
transitorias, son muy visibles ya que la cojera o la dificultad de movimiento
se nota enseguida.
Después
encontramos el culo y los genitales. En el culo están los músculos glúteos y ya
hemos comentado antes que es la zona de azotamiento por excelencia.
Los
genitales son otra cosa. Los genitales femeninos se deberán de tratar como la
planta del pie, por lo que respecta a los masculinos, el pene también se
tratara como la planta del pie y los testículos como vísceras. Hay que tener
mucho cuidado al golpear los testículos, no utilizar nunca objetos rígidos o
semirígidos como palas de azotar, puesto que el dolor que se produce puede ser
muy intenso y causar graves problemas.
Han sido
frecuentes los fallecimientos de personas que trabajaban con caballos cuando
dichos animales soltaban una coz y acertaban casualmente en la zona de los
testículos. Y no es extraño que un golpe certero con una pala de azotar o
incluso una patada puedan acabar con la vida de un hombre, siempre y cuando se
acierte plenamente en los testículos y se puedan reventar.
Un castigo
adecuado en esta zona podría ser azotar con un latiguillo pequeño que pueda
escocer, hacerle restallar o golpeteos muy suaves con la punta de una fusta
acabada en una tirita de cuero. Hay que tener en cuenta que el recorrido que
haga esta lengüeta de cuero no sea superior a quince centímetros y el golpe
debe ser de intensidad muy suave.
Seguimos
hacia arriba y nos encontramos la espalda, el tórax y el abdomen. La espalda es
una estructura protegida por la columna vertebral y, en la zona superior, por
las costillas; por lo tanto aquí el castigo que se impone ha de ser con objetos
flexibles, golpes suaves con palas de azotar, con fustas y se puede emplear el
látigo a gusto puesto que la estructura admite una elevada intensidad, pero
también es verdad que las marcas que pueden dejarse tardan en desaparecer.
El abdomen
es la parte donde están situadas la mayor parte de las vísceras y está
protegido por los potentes músculos abdominales; no obstante, si golpeamos con
un objeto semirígido o rígido podríamos reventar cualquiera de estas vísceras.
Por lo tanto
no está indicado utilizar ni palas ni objetos más duros y los azotes con látigo
deberán de hacerse de forma que abracen desde los costados. No obstante, la
intensidad debe ser suave, pues también están en esta zona los riñones que son
muy delicados.
En el tórax,
aunque está protegido totalmente por las costillas, hay que tener en cuenta que
estas actúan como fuelle en la función respiratoria y por lo tanto un golpe
fuerte con un objeto rígido o semirígido podría producir un fallo en esa
función. Además, el corazón que está situado debajo del esternón, podría ver
alterado su ritmo normal si se acierta con un golpe fuerte en esta zona.
Tengamos en cuenta
que cuando se produce una parada cardio-respiratoria la primera maniobra que se
suele hacer es golpear fuerte el esternón y a continuación aplicar un masaje en
esa zona con fuerza de forma rítmica. Por lo tanto si un corazón que late
normalmente recibe un impacto en esa zona su funcionamiento se podría alterar;
aparte que si producimos una hemorragia interna, la hemorragia podría producir
un derrame con serias consecuencias.
Sin embargo,
en esta zona nos encontramos con los pechos (o las tetillas en el caso de los
hombres) que es una zona que requiere un exquisito trato por su alta
sensibilidad. No es necesario aplicar una intensidad elevada en los golpes para
obtener un suplicio adecuado.
Podemos dedicarnos
a golpeteos pequeños, con azotes cortos, hacer restallar látigos también cortos
o golpear con la lengüeta de cuero de una fusta, en un recorrido similar al que
aplicábamos en los testículos y haciéndolo coincidir directamente sobre el
pezón.
Por último
nos encontramos con los carrillos de la cara y en esta zona yo me atrevería a
recomendar solamente el abofeteado. De esta manera controlamos perfectamente la
intensidad del golpe y hay que tener en cuenta que al ser una zona totalmente
visible, su trato debe ser más humillante que doloroso.
Hablaremos
ahora de la intensidad de los golpes de la que hemos estado hablando a lo largo
de toda la descripción pseudo anatómica. Está dicho hasta la saciedad, que en
el s/m, como en cualquier otra actividad, hay que empezar por cosas muy
simples, muy sencillas e ir aprendiendo poco a poco.
Con la
intensidad de los golpes sucede lo mismo. No todos los esclavos tienen el mismo
aguante y por lo tanto hay que empezar suavemente; primero con azotes, con
pequeños golpecitos y luego ir incrementando la intensidad a medida que vayan
tolerándolo.
Hemos de
tener en cuenta que es mucho más satisfactoria, para ambas partes, una tortura
refinada que un apaleamiento bestial. Por lo tanto es más interesante el ir
incrementando gradualmente la intensidad de los golpes que aplicar directamente
estacazos cuyas consecuencias podían ser nefastas.
En un
principio he hablado del principio físico que dice que, a mayor superficie
mayor presión. Por lo tanto si golpeamos con una vara o con una fusta, cuyo
diámetro apenas llega a un centímetro, la presión que ejercer este golpe ser
mucho mayor, ocasionando algo similar a un corte.
Si golpeamos
con una pala de azotar la intensidad se reparte uniformemente en toda la
superficie de la pala. En resumen, si golpeamos con una fusta, con una vara o
con un palo, podemos provocar golpes mucho más profundos, con lesiones
vasculares como hematomas; cosa que difícilmente sucederá si azotáramos con la
mano, con un zapato, con una pala de azotar, con una raqueta de ping-pong, etc.
Un hematoma
en sí no tendría mayor trascendencia pero si eso se hace repetitivo puede
llegar a dejar lesiones permanentes y alteraciones del tejido de graves
consecuencias como podrían ser úlceras, etc. Por el contrario, la pala, la
mano, etc., producen lesiones menos profundas, mucho más extensas, lo cual creo
que a nosotros nos es mucho más interesante.
Hay que
tener en cuenta además que, normalmente para extraer la piel de los animales se
les mataba a palos para desprender la capa de piel, la epidermis, por reventar
las células grasas que la sustentan a los otros tejidos.
Eso mismo
nos puede suceder a las personas, pues haríamos prácticamente un desollamiento
en vivo. Para evitar dejar cicatrices permanentes en la piel, debemos utilizar
instrumentos que sean planos, evitando golpear con la parte cilíndrica de la
fusta o directamente con látigos.
Yo prefiero
el azote formado por tiras de cuero de diferentes anchos al látigo, pues éste
deja terribles marcas, muy difíciles de disimular y que en ocasiones, si lo que
golpea es la punta del látigo, deja incluso heridas abiertas. No obstante, la
ventaja que presenta el látigo frente a la fusta es que es semirígido y va
descargando la fuerza a medida que se agarra al cuerpo, por lo cual las
lesiones son menores y el castigo se amplia a toda la zona que abarca el
látigo.
Pero insisto
en que es preferible utilizar un cinturón o un azote o el gato de nueve colas
formado por tiras de cuero, antes que utilizar un látigo. Preferibles a una
fusta tradicional terminada en punta son las que terminan en una lengüeta de
cuero o bien las lengüetas.
Por último,
para todos aquellos que se inician, les recomiendo, que además de empezar con
suavidad, incrementando poco a poco la intensidad y duración del castigo, lo
hagan también con objetos suficientemente amplios (zapatillas, paletas) y poco a
poco, a medida que adquiera habilidad con éstos, vayan disminuyendo su tamaño y
cambiando paulatinamente a otros, como pueden ser la vara, el látigo, el azote,
etc.
El empleo de
látigo, vara o fusta puede practicarse previamente como entrenamiento en un
cojín de casa, para adquirir puntería, aplicar una fuerza equitativa y
controlar la fuerza. En el cojín debe quedar una marca no muy profunda y
alargada cuya profundidad sea uniforme, pues cuanto más fino es el instrumento
de castigo, más entrenamiento requiere para su correcto manejo y más peligrosa
es su utilización.
De la
revista Esencia BDSM.